
Justo aquí al lado, en
Lo último de Cipriano Gómez, podrá el lector encontrar la historia de Laura.Se trata, para no andarnos con rodeos, de una de esas historias que provienen del pasado, de un tiempo que puede parecernos o no mejor, pero que casi siempre cobijamos con el cariño que se prodiga a aquello que es nuestro, a cuanto consideramos que, de una manera o de otra, nos debe su existencia o, para no pecar de soberbia, no podría haber sido como fue sin nuestro concurso. Pero no pensemos mal. No es que el bueno de Cipriano se haya vuelto un nostálgico con el paso de los años (aunque siempre habrá quien esté dispuesto a afirmar que siempre lo fue). No, más bien se trata, por decirlo de alguna manera, del intento de saldar una deuda, del cumplimiento de una palabra dada, en este caso, a uno mismo. Deudas y compromisos que, por otra parte, son los más fáciles de aplazar pero que quedan ahí, agazapados, a la espera del momento apropiado para transformarse en ineludibles.
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